#8
#23
Me tiemblan los dedos y no me extraña.
Me bailas la boca y me desespero.
Tengo en la arterias de los muslos
los mil cristales que lloré desde mis
ojos,
la fronda pícara,
el pájaro azul
y el Nirvana entreabierto.
Ya me decían cuando era niñato,
que me cuidara de escribir,
que eludiera el timbre de la droga,
y andé y andé, versé,
pensando que huía,
hasta que lo encontré
como hace hasta el último tonto.
Nos arqueamos en un orgasmo
que nos dobló las voluntades.
¿Cómo no voy a estar
desesperadito?
#24
Tengo mis límites
y por eso tiro de referentes,
pero solo entre mis cortinas
están las flores rosas y los
containers;
sólo mi piel duerme al raso;
sólo mi botella respira tanto.
Sólo mi aluminio rompe a llorar.
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