#18
#47
Yo estaba hecho de luz
hasta que choqué con el prisma de tus
córneas
y me hice mil pedazos
pinchándome en los tímpanos y nervios
del mundo;
en las venas aguijoneadas del
firmamento;
en las nubes descompuestas.
La relatividad me hizo vaso de nuevo,
después de ser cristal desparramado
y palpar el suelo irremediablemente.
Vuelvo al polvoriento azufre
rezándole a un satán en quién no
creo.
-Líbrame de mi larga miseria,
y yo te entrego mi alma irredemible-.
Ya sabes que soy inabarcable
como una lancha en el guadalquivir;
los desperdicios del colocón
en el llobregat.
#48
Me busco a la fuerza cada hostión
y después me quejo;
cada polvo gimiente
y después me corro.
Esclavo de polla dura,
vietnamita cosiendo balones,
empiezo y termino el jugadón.
Eres bol de arroz de un esófago
llagado,
agua para el sediento
hasta que me estanco y me pudro,
gérmen de nuestra botella compartida;
tóxica psicodelia, dulce -quiero más-;
brújula desnortada.
Qué sería de mi boca
sin tu droga en mi cora.
#49
Estará el mundo leyéndome
y yo liso como un hueso,
como el bronce,
me trae sin cuidado dejarte sin
palabras
¡Oh, lector mío!
No me harás sangre intoxicada,
ni glande humedecido,
quizá guajiro, temporero, canasto.
Cópiame si hace falta,
con tal que me lean.
Me voy haciéndo un clásico pal que
entiende,
haciéndome acteón, sísifo...
prometeo;
narciso.
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