#11


#30

Apago las luces
y parece que unos demonios
corretean por las paredes de la habitación.
Me digo que bienvenidos sean,
a ver si me ayudan,
-porque últimamente nadie me ayuda-
aunque me posean.

Y lo digo porque nadie,
¡Nadie! ¡Nadie, nadie!
me quitará lo que es mío;
porque no me importa cómo acabe:
cucaracha o en el infierno,
bebiendo un mojito con un ángel caído;
cucaracha o en el cielo,
jugando a la petanca con un dios jubilado;
exoesqueleto enamorado.

#31

Veo más que lo que veo.
Se me acumulan las ideas
y no hay más manera de sacarlas
que sangrar con las manos,
rascar con las uñas, con cuchillos y tenedores,
con mis bordes afilados.

Y me voy hundiendo en la tierra
donde mis pies se hicieron grandes.

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